Javier Lima Estévez
A Don Antonio Morales Méndez. Su terruño en La Cruz Santa fue
el germen para su destacada y amplia carrera internacional como profesor
universitario.
El 13 de noviembre de 1958, el periódico orotavense Canarias, con redacción en la calle Hermano Apolinar, publicaba la primera parte de un interesante artículo dedicado al núcleo realejero de La Cruz Santa. Su autor, José Álvarez González, reflexiona a lo largo de varios párrafos respecto a los problemas, realidades, proyectos e ilusiones partiendo desde tal lugar en el contexto de finales de los años cincuenta. Estas son sus palabras:
De todas las agrupaciones urbanas tinerfeñas, una de las que
más rápidamente se han desenvuelto y distinguido en estos últimos años es
indudablemente el importante pueblo de La Cruz Santa, perteneciente a Los
Realejos, y que va adquiriendo, con febril celeridad, empaque y rango de
población, elevada en un cuarto de siglo a una notable categoría, cuya
importancia nadie puede negar.
Siempre se ha distinguido su vecindario por una ejemplar
laboriosidad y la más edificante compenetración y armonía. La crítica situación
de cualquiera de sus familias o individuos se considera como propia por toda la
colectividad, y a porfía acuden presurosos a poner los posibles alivios y
remedios. Y del mismo modo, cuando los faustos sucesos eligen a alguno de sus
habitantes para darle una feliz sorpresa o premiarle en justicia sus méritos de
perseverancia, tesón y buen tino en el encauzamiento de sus actividades
personales, todos sus conciudadanos participan cordialmente de la alegre
satisfacción que llena a cuantos mima y sonríe la fortuna.
Es La Cruz Santa un pueblo esencialmente agrícola; pero al
recorrer su calle principal, realzada por notables edificios y rebosando de
actividad incesante con sus abundantes comercios y su crecido tráfico, parece
que nos hallamos dentro de una de las más importantes poblaciones de la
provincia.
Y efectivamente, al llegar frente a la iglesia, junto a la
cual existe un ancho espacio que sirve de estacionamiento para la circulación,
el aspecto de gran ciudad se ofrece de pronto a nuestros ojos, agradablemente
sorprendidos.
En largos asientos adosados a uno de los costados del templo,
esperan siempre numerosos viajeros el próximo autobús, o descansan de sus
faenas campestres muchos de los activos y habitantes de este pueblo tranquilo y
feliz.
Mas, lo que deja estupefacto al que por primera vez visita
esta localidad, es el maravilloso espectáculo que surge ante la mirada al
dirigirla al opuesto lado de la iglesia. Creeríase que se ha equivocado de
ruta, y que en lugar de hallarse contemplando un modesto pueblo del Valle
Orotavense, se adentró por arte de magia en un aristocrático rincón de la misma
Capital.
En el centro de una longitud de tres decenas de metros, se abre
amplia escalinata que asciende hasta unos ciento cincuenta centímetros sobre el
nivel del suelo, terminando a ambos lados por dos largas e iguales balaustradas
de cemento con bien patentes características de arte y robustez.
Allá en el fondo, se levanta macizo, firme, de traza elegante
y sencilla, y el frontispicio sembrado de numerosas puertas y ventanas, a una y
otra parte de un balcón central, la construcción más inverosímil que pudiera
soñarse en medio de las poblaciones rústicas y apartadas de los grandes núcleos
urbanos, de las ciudades populosas, de las capitales ilustres. Una artística y
severa rotonda da acceso al edificio, y en lo más encumbrado de este, campea
con caracteres bien claros y visibles, desde cualquier punto de observación,
este significativo letrero: “Casino Cruz Santa”.
Es evidente, en presencia de ese elocuentísimo testimonio,
que un pueblo capaz para tamaña obra, está llamado, por ineludible vocación, a
realizar las más altas empresas. El espíritu menos perspicaz ve claramente, a
través de una construcción llevada a cabo con celeridad poco frecuente, un
caudal inmenso de iniciativas, decisiones, anhelos de mejoramiento y medios
económicos, prometedores de otras realizaciones que den, en próximas
actividades, satisfacción plena a las ansias de un pueblo deseoso de su
engrandecimiento y prosperidad.
Pero aún nos aguarda una gratísima impresión. Vamos a ver
cómo estos simpáticos crusanteros sienten no sólo voluntad de auges materiales,
sino necesidad y gusto por lo espiritual y lo exquisito. Subimos los escalones
que nos invitan a contemplar la fachada del Casino en toda su amplitud, y al
llegar a la extensa planicie horizontal que media entre el edificio y las
gradas, quedamos verdaderamente prendidos de sugestivo encanto. Toda la enorme
área rectangular de más de novecientos metros cuadrados que se divisa a
nuestros pies, no es otra cosa sino una plaza monumental, perfectamente
construida y ornada con profusión de flores y verdor.
El arte y la dirección más inteligente se han hermanado para
tener en una continua producción de las más variadas policromías florales los
trazados geométricos y armoniosos donde la hermosura de la vegetación
ornamental brota en todas las estaciones como en un perpetuo edén primaveral y
único.
Está claro que el progreso constantemente sostenido es el
signo moderno de La Cruz Santa de hoy. Sin embargo, no se piense sólo el
ensanche, aumento y mejora de los edificios lo que preocupa a sus moradores.
Hay otras pruebas patentes de que el avance se lleva a efecto en todos los
órdenes con ritmo acelerado.
La generación que apenas frisa ahora en la pubertad, conocía
en sus primeros años los coches de pasajeros y los de carga, no porque
existiesen en el pueblo que lo vio nacer, sino porque que cruzaban a veloz carrera
en su misión de tráfico de tráfico a lo largo de la vía central. En nuestros
días La Cruz Santa cuenta por docenas los automóviles y camiones propios, que
la animan con su incesante actividad, pletórica de optimismo y de firmes
promesas para un más lisonjero porvenir.
No hay que olvidar tampoco el capítulo número uno de su
economía, consistente en la producción de sus famosísimos vinos. Su zona y sus
terrenos son de superior calidad para el cultivo de la vid. Sus mostos se
solicitan de todas partes con preferencia bien remunerada. Y la gran cantidad
de tierras dedicadas casi totalmente a tan apreciada planta, constituye una
fuente de saneados y elevadísimos ingresos, y ha dado lugar a que se haya
desarrollado aquí una de las más notables industrias bodegueras.
También se cultiva desde hace algún tiempo, con rendimiento
magnífico, importantes plantaciones de tabaco. Es un complemento muy valioso
para la economía crusantera. Y más si tenemos en cuenta que por sus excelentes
cualidades es muy estimado y se paga a los más altos precios.
Pasemos ahora a los valores del espíritu, que están siendo
cada vez más buscados, por este pueblo incansablemente trabajador, como
inapreciable filón de una ambicionada riqueza espiritual, que es la más digna y
la más propia del hombre.
En sus límites jurisdiccionales existen varias escuelas
públicas, y dentro de lo más denso de su núcleo edificado funciona un Colegio
donde se cursan estudios de Bachillerato y de Primera Enseñanza. A estos
Centros dc instrucción conviene añadir un Grupo Escolar en construcción que no
ha de tardar mucho en ser inaugurado.
José Álvarez González. Canarias, 13 de noviembre de 1958
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