Antonio-Pedro Tejera Reyes
“En esta tarde gris...” pareciera que queramos darle la
réplica a lo que Milán Kundera, quiso allá por 1984 calificar como
insoportable. No, no se trata de eso, ni de nada parecido, sencillamente nos
viene, acuciados por el ambiente melancólico que nos rodea, el reflexionar
sobre el incomparable deterioro físico-mental que nos produce la ignorancia,
unida a la maldad y el mal trato, que nos azota por todos lados.
No, no es una
elucubración, es una realidad que estamos viviendo y que nos parece
atacar con dureza, por cuanto personajes de buena posición
político-empresarial, con significativos signos marcados por la ignorancia y el
desprecio a los buenos proyectos para el desarrollo de un país, nos están
produciendo ese deterioro que señalamos, debido al imponente trabajo que cuesta
introducir acciones positivas, honestas y honradas, en un destruido mundo
producto de una corrupción generalizada.
Hechos y realidades que nos traen a la memoria aquel sesudo
comentario sobre, “La Envidia como recurso”, aparecido en la prensa de
Canarias, hace muchos años, firmado por “Honoris Causa”, y que hemos comentado más
de una vez incluso en nuestros libros sobre Sociología Rotaria.
Naturalmente nos estamos refiriendo al deterioro que produce
el tener que soportar el engaño y la mentira, como ejes sobre los que se
soportan quienes son incapaces de valorar lo que sus hechos pueden significar
para la salud mental de sus víctimas. Así de claro lo tenemos cuando vamos
pasar el tiempo, los días, los meses y hasta los años, con las luces prendidas
en ese altar que soporta, la ignorancia, el mal trato y la envidia como
recurso.
Ocurre entonces, que el persistente deterioro, que afecta
directamente a las personas, se pierde en los ilimitados fines de sus proyectos,
con las evidentes causas-efecto en la inmensidad de los mismos, muy en especial
cuando su dimensión está vislumbrando el escenario del desarrollo de la
sociedad mundial, y de la secuencia de su bienestar se trata.
Una reflexión que nos llega precisamente por las
circunstancias que nos rodean, cargadas de los más imponentes signos positivos,
que se ve truncada frente a esa insoportable levedad del ser, que comentamos,
ante la cual no nos queda más remedio que revelarnos aunque sea de una manera
testimonial ante la profundidad del poder constituido, dueño y señor de todo
ese laberinto que nos azota sin la más mínima misericordia, ni la más leve
señal de comprensión, consideración, o respeto, ante la presencia de proyectos
irrebatibles, presentados con todo género de avales, y con la más relevante
humildad signando sus aspiraciones.
Vale aquí la famosa frase de Pietro Figueroa. “Al pueblo hay
que mantenerlo en la ignorancia para vivir de sus carencias”. Es el dogma que
siguen esos a quienes no nombramos, porque en realidad no hace falta, y que
son, sin la más mínima de las dudas, los causantes del retroceso de los países,
y de la salud mental de quienes se pasan la vida intentando cambiar los
sistemas, llevando a la población hacia el camino de la honestidad y la
honradez, lejos de la mentida y el engaño. Un camino difícil y tortuoso
mientras existan en el mundo, quienes compren a sus congéneres con “un plato de
lentejas” y haya quienes se dejen comprar de esa figurada forma.
Los ejemplos y las realidades los hemos vivido, y los
vivimos, por desgracia, y queramos o no, vemos cómo afectan a toda la
humanidad, sin casi ninguna excepción.
La mentida y el engaño, azotan por todos lados. Producen un
deterioro mental que trastorna a los seres humanos, luchar contra estas
patrañas que están ahí presentes, se ha convertido en el quehacer diario de
muchas personas, como una realidad constante.
Escribir sobre este triste acontecer se nos convertía en una
necesidad, en esta tarde gris...
Servir es mi ocupación.
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