Isidoro Sánchez García
Una
vez más el binomio Agua-Energía vuelve a estar de actualidad. En esta ocasión
por culpa de la sequía y de la guerra. Una sequía caracterizada obviamente por
la falta de agua y una guerra entre Rusia y Ucrania que afecta al gas y al
petróleo, combustibles de la energía, además de causar daños mortales. En
verdad esto no hay quien lo entienda. Por ello no debe extrañar las crónicas
periodísticas que tratan de las reservas de agua en las comunidades
peninsulares cuyos niveles caen como nunca, casi un 40%. Por eso tiene que
llover como bien apuntan algunas cronistas. Lo mismo sucede con el tema del gas
y del petróleo por el enfrentamiento Rusia-Ucrania. Estamos destartalados y no
solo por la dichosa guerra, también por las amenazas continentales. Ya lo conté
hace décadas cuando iniciábamos la Transición en España en 1978. Ni capitalismo
ni socialismo, lo que hace falta es Humanismo.
Agosto, el mes de Augusto, es bueno
para reflexionar. No solo por las vacaciones generales en el hemisferio norte
de nuestro Planeta. Lo es también porque es un buen momento para analizar la
situación local, estatal, europea, del mundo en general. Es decir, para pensar
globalmente y actuar localmente. De ahí la importancia de pensar en las
migraciones, en las catástrofes naturales, en el terrorismo, en el
enfrentamiento entre Israel y Palestina, en las crisis de Rusia y Ucrania, de
Argelia y Marruecos, incluso de Biden y Trump, de Irán, Venezuela y Cuba, Perú
y Ecuador, Brasil y Chile, de las dos Coreas, sin olvidar los problemas internos
en Afganistán, entre los chinos continentales con los de Taiwan y la crisis
alimentaria de muchos países africanos. Además del cambio climático y sus
consecuencias ecológicas también vale la pena pensar en la demografía. Ya lo
dijo recientemente el vicepresidente del gobierno de Canarias, Román Rodríguez,
cuando recuerda que el crecimiento demográfico descontrolado es insostenible, a
lo que añado tanto a nivel de la población canaria como en el caso del turismo.
Por eso es importante pensar también en la capacidad de carga poblacional en
las islas Canarias, y en sus impactos en los recursos naturales, ya sea en el
agua como en la energía, en los espacios naturales como en la movilidad
insular, sin olvidar los incendios forestales que nos atosigan de vez en
cuando. Todo ello nos lleva y nos obliga a pensar, de manera especial en
agosto, el mes de Augusto. Y si es mirando al mar Atlántico mejor aún. No solo
es cuestión de música sino de futuro. ¡Tiempo al tiempo!
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