Evaristo Fuentes Melián
Aunque Luis Goytisolo en un reciente
artículo escribe que los típicos en general suelen ser falsos, yo opino por el
contrario que los tópicos suelen coincidir con la realidad. Creo tanto en los
tópicos, que lo que más menos me cuadra del reciente accidente del avión alemán
de pasajeros en Los Alpes, es que el piloto y la compañía fueran alemanes. Con
la fama –bien ganada, tópica, pero también típica y real--que tienen los alemanes
de hacer las cosas correctamente, ahora sucede que este copiloto era alemán y era
enfermo mental con certificación médica, y nadie tomó las medidas para darlo de
baja. No lo comprendo en absoluto, no me cabe en mi caletre de concienzudo admirador
e imitador en lo posible de los ‘cabezas cuadradas’. En fin, que mi mentalidad hubiera asimilado mejor
la traumática catástrofe si el avión y el piloto hubieran sido españoles o de algún
país del Sur de Europa, o, por supuesto, de Sudamérica o de África. Y he
llegado a pensar morbosamente que, como era una compañía de segunda categoría,
de bajo coste, el examen rigoroso de todo ente alemán que se precie, tuvo un
casi imposible rasgo de negligencia y por ahí se coló este joven copiloto sicópata
reconocido más que presunto.
Por otro lado, este accidente real de Los
Alpes converge y coincide en muchos puntos con el primer episodio de la película
argentina ‘Relatos salvajes’ (del año 2014): un piloto de avión comercial, a
quien llaman ‘Pasternak’, sicópata adulto por sus traumas desde la infancia,
consigue reunir subrepticiamente en un mismo vuelo a todos los que se habían reído
de él y le habían hecho daño en algún momento de su vida. Su siquiatra de siempre,
llegado el momento álgido de la trama, intenta persuadirle de que la culpa verdaderamente
la tuvieron los padres de ‘Pasternak’. Este episodio fílmico termina cuando el
acomplejado piloto, desquiciado, vengativo reconcentrado por haberse mantenido
tanto tiempo en introvertido silencio, enfila el morro del avión hacia una determinada
zona residencial, exactamente hacia el jardín del chalet donde en aquel momento
sestean plácidamente sus progenitores.
En conclusión y por si hubo presunto
mimetismo, ese afán de copiar tan frecuente en estos casos, hay una última morbosa
e inquietante pregunta: en uno de sus tantos viajes aéreos anteriores, ¿llegó a
visionar el copiloto del siniestro de Los Alpes la referida película argentina? ¡Uff!
Espectador
No hay comentarios:
Publicar un comentario