José Peraza Hernández
Hoy jueves día 15 de enero, vamos a hacer una pincelada recordando al amigo y vecinos de Los realejos, un hombres muy conocidos por tanta y tanta gente como es: Raúl González Méndez, conocido por “Raúl El Cojo”. En su día, fue Publicado en La Prensa de EL DIA, el 7 de junio de 2008, y en el libros “LOS REALEJOS DE AYER Y DE HOY – 2011”, que hemos publicado el amigo Esteban Domínguez, y esté que suscribe.
RECORDANDO EL CARRITO
DE RAÚL, Y SUS GOLOSINAS (Los Realejos)
Corría el año 1962, cuando yo era un niño, mi lugar de nacimiento es Los Realejos, allí estaba ese joven con su carrito de madera quien vendía golosinas. Está es una historia verídica. La historia comienza muchos años antes, esto viene de la familia, formada por don Agustín González y doña osario Méndez, estos solicitaron la colocación de un carrito de venta de golosinas, para su hijo Vicente, luego paso a otro de los hermanos Emilio, hasta que llego a manos de nuestro protagonista de esta historia Raúl González Méndez, donde muchos realejeros la recordaran. Una familia humilde y trabajadora, claro está, y dura debido a la época.
Raúl, nació un 26 de abril de 1946, en Los Realejos. Era un niño normal y corriente como muchos otros niños de la época, pero le toco la suerte, donde una pequeña enfermedad, quedando medio inútil de las dos piernas, quien tuvo que usar bastón y luego muletas, en ese tiempo las muletas eran de madera, las que se colocaba bajo los brazos, aunque luego se fueron modernizando. Gracias a dichas muletas se sostenía.
Muchos años antes. En
esos años que es ejemplo de tiempo pasado, donde hoy ya es diferente en todos
sus aspecto
Lo comento, desde mi
punto de vista, de cómo yo lo conocí. Era
yo un niño,
y recuerdo esa época,
y decíamos voy al carrito de Raúl, o de su hermano que
también le ayudaba, se llamaba Emilio, quienes tenía un carrito de madera y
cristales, donde su techo era formando curva de madera y forrado de latón,
siempre lo tenía a
la entrada de
la plaza junto
a la parada de Taxis, de San
Agustín en Los Realejo.
Este joven era
conocido por el carrito de Raúl, “El Cojo”, era cojo y llevaba muletas, desde
niño, esto lo digo con un respeto, éramos
niños, y la
verdad
que éramos medios
reinitos, cosa de chicos.
El carrito llevaba
tres ruedas, una iba en la parte delantera y dos en la parte trasera,
dichas ruedas eran
de madera, las que llevaban una goma gruesa alrededor de la
misma. donde los
jóvenes, y también algún mayor echaban una mano, le ayudábamos a empujarlo,
desde la plaza, hasta la altura de la puerta del Cine, el que llevaba por
nombre Cine Realejo, sobre todo, los domingos, luego pasado unos años, empezó
dos funciones diarias, y también le ayudábamos. Nos daba alguna golosina por ayudarlo
a trasladar su carrito, recuerdo que era de color azul y blanco. A hora me vino
a la memoria que, también está por allí su hermano Vicente.
Recuerdo que la
Cantina del Cine, que así se le llamaba, algo le quitaba de vender a nuestro
amigo Raúl, pero como siempre, don Tomas Bencomo, que descanse en paz, atendían
a los mayores, pues los chicos salíamos al descanso de la película, y
comprábamos golosinas en el carrito de nuestro amigo Raúl.
Pasado unos años, luego también don Emiliano y familia, montaron otro carrito un poco más moderno, quien trabaja de portero en el mencionado Cine, aunque también le atendía dicho carrito, su esposa doña Ascensión, y algunos parientes e hijos, este carro se encontraba en la esquina de la plaza de San Agustín, del mismo municipio Los Realejos. Este era ya más moderno y era fijo al piso forrado de madera de cuatro aguas, podía entrar en su interior y resguardarse del frío y del agua.
De esta manera, se buscaban la vida, estas personas y muchos otros más, era la inseguridad y la pobreza, cosa que ha existido desde las penurias de la guerra.
Recuerdo, que los que trabajamos en el Cine, con nuestro amigo don Emiliano, le aconsejamos y lo comprometimos que aprovechara esos ahorros y que los invirtiera para un futuro de la familia, para cuando se fuera a retirar. La verdad, que nos hizo caso, invirtió sus ahorrillos y compró un ese carrito, en esta época, ya le llamaban kiosco de golosinas.
El de nuestro amigo Raúl, era diferente, era una especie de cajón con ruedas, y cristales con dos despensas a ambos costados, de aquí, dependía parte de la subsistencia de su familia. Raúl, vivía entre el Cantillo y San Vicente. Una casita terrera, su padre se llamaba don Vicente, y lo conocían por Vicente “Títere”. Qué tiempos aquellos.
Aquí lo podemos ver junto apoyado en el carrito y acompañado de Paco el del Cine, luego en otra imagen podemos ver en el mismo carrito, a la izquierda a derecha, a Tito del Sacristán, al centro a Vicente y a la derecha Antonio el platero.
En otra de las
imágenes podemos ver a Emilio junto al carro, a la izquierda el joven
de negro, conocido por Pedrín,
con un cigarrillo en la mano.
Este lugar es en la plaza del Realejo bajo, junto a la Iglesia de la Concepción.
Aquí podemos ver a nuestro protagonista Raúl, en el Cine, en un día de Carnavales, junto a Paco, (Portero del Cine), los dos con sus gorros y corbata bien elegantes. En otra de la imágenes lo vemos acompañado de don Narciso Rosado, Practicante de pueblo en esa época, observamos como lo están pasando de bien, en estas fechas de Carnavaleras.
En esta imagen,
podemos ver a Emilio, con una caja descansando en su cuellos con una cinta,
la que lleva varios apartados donde van las diferentes clase de golosinas, las
que iba a vender en las fiestas y al campo de fútbol de Los Príncipes.
Desde estas líneas me
despido con mucho cariño, de nuestro amigo
Raúl González Méndez.
A quien, Homenajeado
con estas líneas, envío el pésame a toda su familia, quien falleció el
28 de agosto de 2007, donde deseamos que descanse en paz. Mil gracias a la
oportunidad que me ofrece “EL DÍA”, gracias de todo corazón a ambos.
Publicado José
Peraza, en La Prensa de EL DIA, 7 de
junio de 2008
He
hablado un poco de la vida de estos amigos realejeros, los que son bien
recordados por su gran virtud humana. Espero seguir recordando, a otros
realejeros de mis tiempos.
Me
despido con mis mejores deseos
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