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lunes, 10 de febrero de 2014

TRAPOS ROJOS

Lorenzo Soriano

“En España de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.”                                                   
Esta genial frase de Unamuno ilustra mucho el paisanaje del solar patrio.        

Es un hecho cierto y hasta nuestros estúpidos gobernantes que no solo lo saben sino que lo practican, lo usan como arma arrojadiza para seguir en el poder. Todos los pueblos tienen su “bicha”, su odio larvado, su  filia incongruente e incondicional y su paralela fobia. Pero es que en este país de pandereta, sangría y corrupción, somos extremados. Es un símbolo nacional el Trapo rojo. Trapo rojo excitante que el torero agita delante del toro para que embista a gusto excitado por el color y el movimiento hacia donde le espera el vacio o la muerte. Pero el noble bestiajo, arremete una y otra vez sin remedio. Somos igualitos, calcados, gemelares. Lo primero es el “Jurgo”. Aquí  el País está dividido entre los dos grandes y además está el propio de las distintas ligas y torneos. Si se incluyen los internacionales, prácticamente se agita futbol cada semana del año, pero especialmente cuando se necesita desviar la atención ciudadana de cualquier asunto incomodo para los gobiernos de cualquier tipo. Pero elevando el tiro cuando nos dejamos la bilis babeada encima de lo que huela a Bancos y antiguas Cajas, violadores de todos nuestros derechos y sensibilidades ciudadanas, embestimos al trapo rojo también sin mirar al impulsor; como cuando creemos que el petróleo es de los productores y que son ellos los que fijan los precios y no desde las ventanitas de los rascacielos de NY o de Rotterdam. Pues no, nada es lo que parece aunque sea más que evidente. Si los Bancos, las eléctricas, las petroleras, las gasistas, las autopistas, telefonía, muelles, aeropuertos,  y todo lo que se menea hacen lo que hacen, despellejándonos y silenciando que más de la mitad de lo que nos cobran son cargos gubernamentales incluidos en sus abominables oligopolistas facturas, es porque pueden. Porque les dejan hacerlo, les consienten e incluso llegaría a decir que les obligan. Y luego claro, esos “favores”… se devuelven también a nuestra costilla. Los Gobiernos consentidores, no solo no nos protegen de los estafadores sino que son ellos los mayores delincuentes. Europa nos lo dice…ahora, a buenas horas, cuando ya no quedan más que telarañas en las reservas, la deuda creada por la corrupta  casta es impagable y los parados reales, autónomos y demás no apuntables alcanzan casi los 7 millones.  Con el boletín oficial, las agencias tributarias confiscadoras y los tribunales contaminados como armas de destrucción masiva, pueden hacer de una democracia la más perversa de las dictaduras  en muchos aspectos. Que no nos insulten, que no nos agiten trapos rojos, que muchos saben y otros intuimos lo que hay detrás. 

A reflexionar.

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