Salvador García Llanos
El ‘Dinámico’, de nuevo a escena, de
nuevo en un primer plano de la controversia. De las informaciones periodísticas
publicadas sobre su situación presente, se desprende que prima la incertidumbre
con cuyas letras, a la espera de que el gobierno local ofrezca una versión
clara y sin dobleces, se escribe también el futuro. El bar-cafetería, en pleno
centro neurálgico de la ciudad, desde la noche de los tiempos objeto de deseo
de explotación, se vuelve a enfrentar a una suerte muy inquietante.
El
actual concesionario -a quien no se puede negar voluntad de querer introducir
algunos reclamos en los primeros meses de su actividad pero que, con el paso
del tiempo, vinieron a menos hasta terminar en el descuido y la desidia, con la
consiguiente pérdida de clientela- manifestó su deseo de entregar las llaves,
de poner punto final cuando concluyera el presente mes. Una renuncia que hizo
bueno aquel célebre aserto de quien fuera presidente de la República de
Venezuela, Rómulo Betancourt (“Yo, ni renuncio ni me renuncian”) pues, según
parece, en el último instante, apareció una fórmula con la que salir del
trance. Si es verdad, es lo que debe explicar el gobierno local, que para eso
tiene adoptadas decisiones y, lo que es más, una delegación de competencias en
su organigrama.
Habrá
que saber si eso tiene cobertura legal, por ejemplo. Y si algún órgano del
Ayuntamiento debe estar, cuando menos, enterado de la determinación. Habrá que
conocer cuáles son las nuevas condiciones de lo que es, de facto, una nueva
concesión. Y cuánto ha dejado de percibir el Ayuntamiento en concepto de canon.
Quién o quiénes serán los responsables de ello. Y qué será de los pobres
trabajadores, como siempre, los perdedores. Y qué garantías se dan de que no se repita este desastre continuado
que son las concesiones administrativas en el Puerto de la Cruz.
El
gobierno local lo tenía fácil hace unos meses: la oposición presentó una
iniciativa para constituir una comisión de investigación que analizara la
situación y las interioridades de dichas concesiones, en las que hay dineros y
recursos públicos en juego, para tomar decisiones que recondujeran la situación
en los casos que procediera. Se negó el gobierno, perdió la gran oportunidad de
acreditar una prueba de transparencia y recuperar la iniciativa y ahora va a
remolque de acontecimientos, oscurantismos y hechos consumados. A estas alturas
y en la recta final del mandato, poca credibilidad va a tener.
El
caso es que el municipio se vuelve a ver perjudicado. Ya lo han exprimido
bastante, mala suerte aparte. Se juega con sus intereses como si nada. Se crea
una mala fama de aquí te espero. El ‘Dinámico’, el ejemplo más reciente.
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