Lorenzo Soriano
Lamentablemente
estoy convencido de que antes de que salga un salva patrias que nos exponga
ideas y formas de gobierno caducas, estrafalarias y demostradamente ineficaces
cuando no mortales, para salir de este trágico marasmo en el que nos ha metido
la clase política e Institucional, debemos sopesar y valorar la posibilidad de
una Ruptura. Hace años a la muerte del Dictador, la ruptura era la opción más
viable entre todas las posibles. Sin embargo una ruptura solo se puede dar ante
hechos de especial relevancia y gravedad, con riesgo alto de desorden y caos,
cuando no de guerra civil en su extremo más agudo. Pues bien, si creo que fue
cierta que dándose las circunstancias que se daban en el momento la elección de
la Transición fue acertada en oposición a la Ruptura democrática, hoy por hoy
No es así. Alejados los ruidos de los
tambores de guerra, alcanzadas conquistas sociales elevadas, y dándose un
bienestar general sin precedentes en la historia de este país, una ruptura
incruenta hoy, no solo sería posible y necesaria sino que imprescindible opino.
Tenemos que romper con lo que ha pasado
en estos años, casi con todo, empezar de cero en muchas cosas, ya no valen o
nunca valieron nada, desestimar tantas y tantas que han fallado, deshacerse de
los causantes de tanto daño a la democracia, a los ciudadanos y al País en
general, aplicar la rigurosidad escrupulosa, y el sentido común muy desatendido
desde hace mucho tiempo. La defensa del ciudadano, el respeto de las minorías, la protección de las
excepciones pero nunca su fomento, y el objetivo de la racionalidad, el
posibilismo y de la austeridad comprometida. Habría que renovar todas, insisto,
todas las Instituciones de este país,
por contaminadas y por malas prácticas habituales, aceptadas, permitidas
y alentadas. Romper con todo el pasado en una gran empresa de “recolocación” o
reinstauración de la lógica y la convivencia. Debemos preparar el recambio,
almacenar stock de medios y voluntades durante un tiempo para que no se
entierre la rueda ni los dependientes sufran ni las empresas paren. En un
enorme “camino critico” por andar, que rompa con el juego injusto que se nos
ofrece, donde siempre, siempre perdemos los mismos, por muchas excusas y
razones que nos den, y siempre ganan los mismos, por mucho que lo nieguen y
rechacen. Y dejar de legitimar esa vía al participar, por lo que debemos de
holgar de votos caídos. Ningún partido existente dejara de legitimar tan
injusto juego porque aspiran a ser de los que ganen y necesitan no cortarse el
camino por donde están ansiosos de pasar. Tarde o temprano, algún político
decente (¿¿contradictio in terminis??), dirigente, asociación o documentado
ciudadano, dispuesto a renunciar a todos los privilegios y defender de verdad a
sus conciudadanos, enarbolara la bandera de la ruptura con las viejas formulas
“inamovibles” por pura conveniencia y taponadoras de innovaciones, ideas
creativas, actitudes cooperadoras y aptitudes amplias y efectivas. Por eso y
tantas cosas más, hagamos posible una Ruptura, pacifica, pero sin pausa ni
distracción. A reflexionar
Reflexiones
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