Odalysp Padrón
La política se ha convertido en un circo mediático. Se ha
banalizado con la, denigrante y patética, excusa de llegar a las masas
simplificando los discursos políticos, sin profundizar demasiado en ningún
asunto y utilizando mensajes directos y sencillos. Nos tratan como a
descerebrados discutiendo lo indiscutible. Con discursos vacuos. No aportan
argumentos. En momentos donde la crisis y el sufrimiento nos atosigan utilizan
la tribuna del parlamento y por ende los debates y las entrevistas políticas
para convertir lo que debería ser responsabilidad en la búsqueda del bien común
en simple Sálvame Deluxe. “Una diputada del PP bebe los vientos por un diputado
de Podemos. Les aseguro algo: no está entre mis funciones de presidente de mi
grupo controlar la virtud de “mis” diputados, sino garantizar su felicidad. Si
quieren conocerse, pongo a su disposición mi despacho” ¿Es esto serio cuándo
está en juego nuestro futuro, nuestros derechos, la educación, la sanidad, el
tener un puesto de trabajo, la vida digna, la solidaridad social, la igualdad
de oportunidades,…?
La mayoría de nuestros políticos se pasean, seguramente
previo pago, por los medios de comunicación, ofreciendo discursos vacíos y
alejados totalmente de la realidad que vivimos. No denuncian la raíz de los
problemas que nos acontecen ni proponen soluciones o métodos de gestión para
paliarlos. La política se ha convertido en el nuevo circo televisado y los
políticos burgueses son los nuevos Belén Esteban o Paquirrín de la televisión.
La gente está siendo manipulada y no quiere darse cuenta, en la mayoría de los
casos, porque teme ser rechazada y no es fácil salirse del rebaño. Los poderes
económicos quieren que todos hagamos, pensemos y vivamos de la misma forma y
para ello utilizan un arma, tremendamente eficaz, como son los medios de
comunicación. No es fácil ser uno mismo siendo fiel a nuestros principios y
valores. La mayoría hacen las cosas y viven por inercia. La gente que se sale
del rebaño encuentra rechazo porque la sociedad está montada para que unos
pocos manden y tomen decisiones por todos. Por ello, es vital que seamos
críticos y obliguemos a nuestros políticos a mostrarnos las propuestas
concretas que “el partido”, no los candidatos, van a aplicar, así como su
justificación y viabilidad.
Europa sigue imponiendo recortes pese a que varios Premios Nobel
de economía han sido contundentes con el perjuicio que esto nos ha ocasionado y
nos seguirá destruyendo. Angus Deaton, ganador del Nóbel de Economía por sus
estudios sobre la pobreza, la desigualdad y el bienestar, ha sido muy crítico
con las políticas de austeridad, asegurando que el mundo estaría mejor con
menos austeridad y afirmando que España no le viene bien esta situación en la
que está inmersa dentro de la Unión Europea. Otro Premio Nóbel de Economía,
Joseph Stiglitz, considera que las medidas de austeridad han debilitado las
economías nacionales y han perjudicado el crecimiento, al tiempo que han
ensanchado la brecha de la desigualdad, apuntando la necesidad de que las
grandes corporaciones paguen los impuestos que les corresponden para sacar los
recursos que mejoraran el bienestar de la población, reduciendo la brecha de la
desigualdad. Otros muchos economistas advierten que en 2017 volveremos a entrar
en recesión.
Sin embargo, en plena campaña electoral apenas se habla de
este tema. Sabemos, por una filtración, que Rajoy, Partido Popular, ha
prometido a Bruselas más ajustes si ganan las elecciones. El Partido Podemos
dice que negociará con Bruselas una reducción del déficit más lenta de la que
imponen las autoridades europeas, jugada que recuerda mucho a la intentada por
Alexis Tsipras hace ahora un año y que acabó con un país que entró en un
corralito que dejó a sus bancos secos de liquidez desplomándose la actividad
económica, teniendo que retirar todas sus promesas electorales y aceptando unas
condiciones mucho más duras de las que ofrecía la UE al comienzo de las
negociaciones. Ante esta realidad, un pueblo que ignora la historia está
condenada a repetirla, Podemos gira su programa alrededor de la exigencia a
Alemania de más dinero, o más margen con el déficit, pero no aclaran cómo
piensan actuar si la UE se niega a aceptar sus condiciones, es más se
sorprenden de que exista esa posibilidad.
Ejemplos hay muchos en esta campaña electoral. Los cuatro
partidos, que encabezan los sondeos electorales coinciden en la lucha contra el
fraude fiscal y, prácticamente todos, prometen que podrán, sin subir los
impuestos, aumentar el gasto público que saldrá de los resultados de estas acciones.
A este respecto, algunos expertos ya advierten que la lucha contra el fraude
fiscal no va a resolver, por sí solo, el problema del déficit ya que debería
ser un programa que aborde todo el sistema fiscal en su conjunto porque muchas
de las medidas fiscales que favorecen a los defraudadores o no se tratan o tan
sólo se matizan. Además, no comentan si van a incrementar la plantilla en unos
30.000 inspectores fiscales que, según estiman los entendidos, serían
mínimamente necesarios para acometer esta promesa electoral. Tampoco nos
trasladan si han previsto cambiar una legislación que otorga impunidad y no es
efectiva en la lucha contra el fraude fiscal
Tal como comentamos anteriormente, los economistas advierten
de que tenemos en ciernes otra crisis y no se están sentando las bases para
corregir los problemas de distribución. Las diferencias entre las rentas del
trabajo y el resto son cada vez mayores, las retribuciones han bajado y la masa
salarial ha ido perdiendo peso. La forma más eficaz de reducir la desigualdad
en la renta es la fiscalidad y crear condiciones para que haya demanda. En
estas elecciones oímos a los políticos lanzar cifras y promesas, pero no hablan
del método a seguir o qué fórmula van a utilizar. Somos políticamente adultos,
o deberíamos serlo, para exigir verdades, concreciones y no ilusiones, ni
miedos absurdos e infundados.
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