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domingo, 1 de mayo de 2022

JUAN DIEGO ¿ACTOR?

Evaristo Fuentes Melián

Perdónenme que difiera de las opiniones que he leído en la prensa o he visto en la televisión, pero Juan Diego, fallecido recientemente, que en paz descanse, no daba la talla como buen actor desde hace una treintena de años. Antes, no lo conocí en actuaciones en teatro sobre todo. Pero últimamente, mal vivió como si estuviera saturado de alcohol y droga, de manera que no se le entendía de lo que hablaba; lo suyo era un balbuceo y farfullar

En la célebre película <Dragón Rapide>, con la trama argumental de la  mala aventura de Francisco Franco poco antes del Alzamiento en Capitanía, entonces Comandancia Militar de Santa Cruz de Tenerife, Juan Diego es un malísimo imitador del generalísimo. En el mejor golpe de la película, cuando entra en el edificio de la plaza Weyler y ve, con ojos supuestamente de lince, un botón desabrochado en la chamarra a uno de los soldados que  forman la guardia, casi no se le entiende lo que dice.

En <Los santos inocentes>, la mejor película española sin duda de las últimas decadas (las otras dos en etapa anterior fueron <Viridiana> y <El verdugo>), Juan Diego no le llega a la altura del zapato a los dos grandes maestros de la interpretación en sus difíciles papeles, como fueron Paco Rabal y Alfredo Landa. Paco Rabal es el número uno de actores españoles de cine de todos los tiempos, y Alfredo Landa también es bueno, aunque tuvo una etapa anterior de cine cursi hortera de obseso sexual y con el pelo de la dehesa bien visible, por donde también tuvo que pasar, entre otros muchos, el gran Fernando Fernán Gómez, del que tuve la suerte de oír y ver la entrevista de una hora de duración que poco antes de morir le hizo uno de los jóvenes de los Trueba.

 En fin, Juan Diego es un mal actor, incluso cuando cuelga del árbol del ahorcado, en una de las más impresionantes secuencias de <Los Santos Inocentes>, una de las mejores novelas de Miguel Delibes llevada al cine.

Espectador y Cinéfilo.

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