Teresa del Bosq
El monstruo ciego y mudo
ya estaba en una jaula
agria desde su conciencia
Pasó silbando uno menos tonto:
horco letal que le cambió el sueño absurdo
por un lecho enrejado de pétalos
secretos
trampas en la llave turquesa de sus ojos
¡Por qué!
¡Si el monstruo sin razón ya tenía jaula!
El monstruo se agitaba
hasta convertirse en afonía de tormenta
Esgrimía las sábanas rebalsando
de celo sangre veneno
El monstruo quería colgarse
de la mirada del viento o del trapecio del sol
No se explicaba por qué la luz
de la estrella tiene que morir
Por qué es tan caro para un monstruo
multiplicarse en cuerpo de mujer
El monstruo amaneció con otra piel
una pluma ceniza en el pecho
y tres rubíes empotrados en las garras
El monstruo se agitó en el pegaso
que al verdadero monstruo derribó
para retozar en el arcoíris del viento y la luna
con los reales fenómenos del amor.
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