Evaristo Fuentes Melián
“La soberanía popular nació por oposición a la
monarquía absoluta, pero en democracia toda soberanía ha de estar limitada, es
decir, sometida al control externo de autoridades encargadas de hacer cumplir
el imperio de la ley. De ahí lo peligroso de reclamar la soberanía popular o
nacional frente a la confederación europea, cuyas reglas aceptadas de común
acuerdo nos obligan a todos, sirviendo de eficaz mecanismo de control. Y
desafiar esa disciplina externa implica recaer en la degeneración democrática,
pues todo poder sin control tiende al abuso de poder, por regeneracionistas que
sean sus pretensiones justificadoras”.
Sin embargo, estas últimas frases del artículo
de Enrique Gil Calvo se pueden dar la vuelta como un boomerang; por dos
motivos, al menos:
1.- El abuso de poder es el que tenemos ahora de
la Unión Europea. Ya es vox populi que cuatro señores en la cúspide de este
'negocio' se siguen forrando, mientras los griegos ¿comunitarios? hacen colas
por los 60 euros / día.
2.- A esa actual degeneración democrática, le
hace falta, pues, una regeneración. ¡Pero ya!
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