José Peraza Hernández
El sábado 28 de mayo, se publicó en el
periódico “EL DÍA” un artículo con referencia a la venta de los tres casinos de
juego de azar, algo que fue aprobado por el Cabildo de Tenerife un día antes de
esta fecha.
No
comparto esta decisión, aunque la respeto. Muchos de los mandatarios actuales
del Cabildo de Tenerife no habían nacido o eran unos mocosos cuando empezó a
funcionar, por ejemplo, El Casino de Taoro del Puerto de la Cruz, el primer
casino de los tres.
Se
invirtió muchos millones de pesetas para poder poner en condiciones el edificio
del Casino Taoro. Y cuando éste empezó a rendir, se puso en marcha el Casino
Playa de Las Américas.
Cómo
los casinos seguían produciendo dinero, se les ocurrió a los políticos
gobernantes demoler una bella terraza de mármol de 1890, construida junto al
Hotel Taoro. También, se eliminaron los bellos jardines y una de las salidas
naturales del edificio. Todo para construir un Centro de Congresos, muy alejado
de la ciudad, y que prácticamente no se usa actualmente. Con el dinero
invertido en esta nueva construcción se podía haber realizado obras en el
edificio de Taoro para que los clientes, que hubieran querido, se alojaran en una parte del Hotel Taoro. Pero
parece que esta opción no fue tenida en cuenta, en su momento, y con el tiempo
ha sido la clave para este Casino Taoro haya venido a menos; además, de otras
erróneas decisiones como su nueva ubicación en La Sala Andrómeda del Lago
Martiánez.
Y
para complicar más el asunto, apareció el tercer Casino de Juego en Santa Cruz
de Tenerife, y ello conllevó una fuerte inversión en el Hotel Mencey, que a la
postre fue el lugar elegido; y ello fue mucho más caro que ponerlo un Casino en
cualquier otro edificio de la capital.
Con
el paso del Tiempo, el Casino de Taoro se trasladó al Lago Martiánez con la
consiguiente disminución de sus ingresos, además de la competencia que el
Casino de Santa Cruz de Tenerife suponía para el mismo…
Al
final, el cambio de lugar del Casino de Taoro, del Taoro al Lago de Martiánez,
fue su propia fosa; ya que el nuevo lugar no ofrecía los servicios que un
cliente de casino necesita, y no sólo la guarda de la intimidad sino las
comodidades que este servicio debe ofrecer para tener una calidad óptima.
De
pronto, surgieron varios rumores, de que el Casino Taoro volvería a su antiguo
emplazamiento del Taoro, pero todo quedó en eso, en nada.
Al
final, El Casino de Taoro entró en quiebra, y se comenzó a despedir a sus
trabajadores con mayor o menor fortuna para los asalariados. Y como
consecuencia de todo este desastre de organización política sobre los casinos,
ahora quieren venderlos porque dicen que no son rentables.
En
este caso, parece que no hubo responsable político sobre las decisiones que han
llevado a la venta de los casinos de Tenerife, como siempre, parece que en
política no hay responsables, sólo beneficiados.
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