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domingo, 4 de octubre de 2020

¿Y SI PILLÉ EL COVID-19?

Lorenzo de Ara  


Nolo sabía, claro. Me senté a su lado y mantuvimos un encuentro que se prolongó más de una hora. El blablablá de siempre que no conduce a nada. Una pérdida de tiempo. Por lo menos para mí. 

Y de nuevo la hipocresía, poniendo cara de interesado y asintiendo con la cabeza ante las chorradas que salían de aquella boca.

Hoy, leyendo lo que queda de la prensa inteligente e independiente (no me refiero a la local, por supuesto), y después de terminar de releer “La venganza de don Mendo”, porque así me lo pedía el cuerpo y el alma cada vez más negra con la que cargo (¡ella es la que carga con mi cuerpo!), me informan con tranquilidad que cabe la posibilidad (lejana) de que el interlocutor haya podido contagiarse del coronavirus; que esté atento a lo que pueda pasar. 

¡Esperando estoy la llamada de Fernando Simón!

Y cuelga. La voz se desvanece. Y nace el silencio. Y regreso a la lectura. Pausada. Serena.

Ni una pizca de preocupación. 

Ante las ediciones digitales de periódicos que quedan por leer (El Confidencial, Cuarto Poder, La Vanguardia y El Independiente, al que acabo de suscribirme pagando 6 euros al mes a partir de hoy), olvido en un santiamén la información facilitada por el espía.

Ojalá. Pues sí. Que de repente comience a sentir los claros síntomas de que el bicho corretea por mi cuerpo. Chapoteando en la sangre, entrando y saliendo de un cerebro infecto, y abajando a la próstata que ya tiene el tamaño de un melón.

Pero lo que me jode realmente es haber dicho sí a la cháchara, cuando en realidad quería decir no. No, no, no y siempre no. A cualquier hora, en cualquier lugar. No tengo nada que hablar con usted. Me aburre, me asquea su yoísmo, se hace insufrible la narración de sus penalidades. 

Pero el Lorenzo de Ara cobardón y sin riñones para empujar de su mundo a los parásitos consiente en sentarse. Una vez más.

Y esta vez, por gilipollas, a lo mejor me ha tocado el gordo.

Job le respondió al Señor:

“He hablado a la ligera, ¿qué puedo responder?

Me taparé la boca con la mano.

He estado hablando y ya no insistiré más;

ya no volveré a hablar”.

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