Hasta el próximo lunes
se continuarán elaborando los tradicionales monumentos florales por parte de
los vecinos.
La
tradición religiosa de adorno floral incluye elementos de sana rivalidad entre
los barrios, que compiten por confeccionar el altar de flores más espectacular
y aportar el donativo más cuantioso a la Parroquia. El
Ayuntamiento solicita desde hace siete años el reconocimiento
de esta manifestación cultural como Bien de Interés Cultural.
La Matanza
atesora desde hace al menos 80 años una curiosa tradición vinculada a la
festividad del Corpus Christi, los llamados Cuarteles
del Corpus, monumentos florales generalmente de estructura escalonada y
piramidal que son confeccionados en el interior del templo parroquial por parte
de grupos vecinales reunidos al efecto. Aunque hay tiempo para pensar en el
diseño y localizar los materiales necesarios, lo cierto es que sólo se cuenta
con media jornada efectiva para la ejecución del monumento que acogerá la
sagrada forma durante la misa, dado que días tras día y mientras dura la tradición,
un cuartel sustituye al del día anterior, lo que convierte a los cuarteles en
una peculiar manifestación de arte efímero.
Desde hace
décadas, esta costumbre canaliza de manera saludable cierta rivalidad entre
barrios, que compiten por lograr el monumento floral más vistoso, así como el
donativo económico de mayor cuantía para la parroquia. Su origen
no está claro, ya que la memoria popular habla de ellos como “algo de siempre”,
una auténtica fiesta que unía a los actos religiosos convites y bailes. Al
parecer hacia finales de los años treinta del siglo pasado, y con el objetivo
de recaudar fondos para la restauración de la parroquia que había perecido
pasto de las llamas en 1936, se incorpora la costumbre de hacer donativos
económicos. Curiosamente existía un cuartel hoy desaparecido, el llamado
“cuartel del cura”, con el que arrancaba la celebración y cuyo coste era
sufragado directamente por el párroco, así como la costumbre de contar con un
predicador diferente cada día invitado por los propios vecinos. La tradición
pasó por diversidad de vicisitudes, como su prohibición en 1958 como
consecuencia del excesivo protagonismo que estaba tomando lo lúdico frente a lo
religioso, una prohibición que se mantuvo hasta 1980.
En el año
2009 el Ayuntamiento impulsó una propuesta del alcalde, Ignacio Rodríguez, para
que Los Cuarteles fuesen declarados Bien de Interés Cultural.
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