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jueves, 15 de febrero de 2018

UN VIAJE AL PARAISO: DESDE VENEZUELA A TENERIFE

Antonio-Pedro Tejera Reyes

La conquista socio-económica del turismo, un ejemplo vivo en la comunidad de las Islas Canarias. Una realidad indiscutible y transcendental para su desarrollo.

Impresionante fotografía de Puerto de la Cruz, Tenerife, con el Volcán Teide al fondo y el Valle de la Orotava, lugar donde nació el turismo en las Islas Canarias, hoy de obligada visita para el turista que llega a la isla gracias al mundialmente famoso Loro Parque, y a su clima excepcional todo el año. Un modelo que necesariamente debe de estudiarse para entender el desarrollo del turismo y sus consecuencias.

ALGUNOS ANTECEDENTES

Está ya muy lejos el tiempo en que vivimos el comenzar del fortalecimiento del turismo en Canarias, aquellas míticas islas que los historiadores conocieran como el Jardín de las Hespérides las Islas Afortunadas, los campos elíseos, etc. etc., suponemos relacionándolas con su espectacular climatología, la belleza de sus paisajes y la bonhomía de sus habitantes, antes de que los conquistadores españoles pusiesen los pies en ellas.

El litoral portuense con sus muestras de “lavas marinas” emergentes, muestran una espectacular visión, desde el Mirador de la Punta del Viento, y en todo el recorrido del paseo peatonal de San Telmo, uno de los lugares más concurridos de la ciudad.

Historias y leyendas no faltan sobre estas andanzas de las cuales no podemos olvidar que siempre han sido escritas y divulgadas por los vencedores.

A todas estas, llegamos al Siglo XXI con el inmenso espectáculo de un mundo cambiante - ahora casi al instante - donde la actividad turística ha desbordado todas las previsiones – las desbordan cada día que pasa – que hacíamos en nuestros cursos de enseñanzas turísticas en América, allá por los años setenta del pasado siglo XX.

Es que, para los que hemos tenido la suerte de vivir la transformación de esas Islas Afortunadas, como decimos, eran conocidas en la antigüedad las Islas Canarias, esa grandiosa experiencia nos ha proporcionado un conocimiento que se ha convertido en una auténtica necesidad aportarlo al mundo como una verdadera lección, para que con este señalado ejemplo acomode debidamente las exigencias de sus lugares, para conseguir ese desarrollo sostenible que todo el mundo desea, basándose en los recursos que la madre naturaleza les ha dado, y que sabemos tienen todos los rincones del mundo.

Espléndida vista aérea del litoral de Puerto de la Cruz, con su histórico muellito, desde donde se exportaban los productos tradicionales de las islas a las Islas Británicas, hecho tradicional desde el que nació el turismo en las Islas Canarias.

“En algún lugar hay un turista para usted”, decía ya hace más de cincuenta años la UIOOT, antecesora de la hoy Organización Mundial del Turismo, que va más lejos todavía en esa aseveración – como no nos cansamos de repetir – cuando dice: “El turismo es riqueza para la persona, para la familia, para la comunidad, para el mundo entero”. Como decía el recordado Manuel Fraga Iribarne, hay que instar, presionar, insistir…

Estamos ante la conquista social más importante que ha conseguido la sociedad mundial. Que la aprovechemos para el desarrollo de nuestra comunidad, es una responsabilidad de todos. Los empresarios, los promotores con ideas claras y con capacidad y conocimientos para el desarrollo, son los responsables capaces de aceptar este reto al cual la dirección política tiene el deber de orientar y regular para que cumplan su función social con el debido respeto.

Desayuno tradicional en el buffet del Hotel Marte, en Puerto de la Cruz, todo un atractivo turístico

El modelo de las Islas Canarias y su desarrollo, llegando hoy a unos límites espectaculares, lo hemos considerado siempre como un ejemplo digno de estudio, como bien hemos expuesto en múltiples ocasiones en los más diversos lugares de esa América que tanto queremos, ante destacados políticos y dirigentes mundiales del turismo, incluido algún representante del Banco Mundial, a quien incluso interesamos en un ambicioso proyecto, que desgraciadamente no llegó a desarrollarse en Canarias, debido a la falta del apoyo político necesario, y a la escasa influencia que teníamos en ese sector.

Cosas del pasado que nada tienen que ver con lo que comentamos en el presente, aunque si sirven para estimularnos a escribir el preámbulo de estas líneas.

EL VIAJE AL PARAISO

Si, se trata de un viaje al paraíso. Para los que hoy vivimos en esta atormentada Venezuela, volver a lo que son las Islas Canarias hoy, es sin duda gozar de un lujo difícilmente soñado hace unos pocos años, más todavía para quienes hemos gozado de ese desarrollo en las islas que no parece pararse nunca, y que nos evoca el recuerdo de las penurias de las pescadoras de La Ranilla – barrio marinero del Puerto de la Cruz – donde las mujeres cargaban en sus cabezas las cestas del pescado capturado por sus familiares,  para ir a vendarlo a la Villa de la Orotava donde habitaba la burguesía.

El haber vivido esa cambio de la sociedad, y conocer cómo se desarrolló esa comunidad, estudiarla, y ver sus consecuencias, tiene un valor añadido que nos obliga a respetar el paraíso en que hoy se ha convertido Puerto de la Cruz, porque no estamos tratando de un lugar cualquiera: Estamos tratando del núcleo costero de la Isla de Tenerife, donde nació el turismo en Canarias, ese turismo que hoy trae a las islas la imponente cifra de 16.000.000 de turistas al año, cifra desconocida en la inmensa mayoría de los países de nuestra América, y a la que se ha llegado en las islas gracias a una inspirada y laboriosa gestión empresarial, con sus claros y sus oscuros, como todo en esta vida, pero con destacados actores a los cuales merecieran rendírseles todos los honores habidos y por haber, sin entrar en más detalles.

Hoy, las Islas Canarias, y con ellas en su cabecera, Puerto de la Cruz, son el paraíso soñado, no solo para los que un día fueran sus emigrantes, sino para los millones que visitantes que, mejorando su nivel de vida, pueden disfrutar de una climatología, unos servicios turísticos y una esmerada atención personal, que no se encuentran en muchos lugares del mundo.

Un rincón de La Tasquita de Min, uno de los lugares más famosos de España, por la preparación de los calamares, toda una institución en Puerto de la Cruz, con una situación excepcional. en la zona marinera de la ciudad.

El ver tomando el sol en las terrazas, en plena calle, como en la propia Cafetería Mazaroco, a los grupos de turistas, mientras disfrutan de la típica gastronomía de las islas, cuando en toda Europa la nieve está llegando hasta las playas, es un espectáculo de un valor de alto alcance, al igual que estar conscientes que en apenas dos horas podrán llegar hasta Las Cañadas del Teide, y ponerse a juguetear con la nieve… Una estampa difícilmente comprensible para quienes, por falta de conocimiento, los modelos comparativos no les sirven para nada, pero que para quienes nos hemos impuesto en nuestro camino rotario el deber de la enseñanza, nos estimula y nos apoya para seguir el ejemplo que promueve el Papa Francisco, intentado cambiar la enseñanza para generar un mundo mejor.

LAS CLAVES DEL PARAISO

 Puerto de la Cruz, es el paraíso del que ya trataríamos en la I Asamblea Turística de Canarias, celebrada en la isla de La Palma, en los principios de los años sesenta del pasado siglo, con la asistencia de los máximos dirigentes políticos y empresariales de Canarias, y cuya asistencia fuera casi un debut para nosotros, en este impresionante escenario del movimiento turístico en el archipiélago.

Ese Puerto de la Cruz que hoy ve orgulloso como se transforman y modernizan sus hoteles, como al caso del Hotel Marte, con sus modestas tres estrellas, que hoy nos sorprende con su bien lograda nueva entrada, y que en el pasado año nos sirviera para mostrar en esta deprimida Venezuela, sus bien presentados desayunos, por poner un simple ejemplo.

Un pueblo marinero donde hasta un temporal en el mar, se ha convertido en un espectáculo viendo a los turistas empleando sus cámaras para captar las iluminadas olas que, rompiendo en el muelle de El Penitente, alcanzan alturas que sobrepasan el edificio de las casas consistoriales que se encuentra junto al mismo… o viéndoles pasear, desde el mirador de La Punta del Viento, por el Paseo de San Telmo, admirando ese bello escenario marino con sus restos de lavas volcánicas incrustados en ellas… paseando dentro de sus limpios y relucientes supermercados – alguno abierto las 24 horas – abarrotados de los más clásicos productos canarios, nacionales e internacionales… en largas colas para ir a visitar el Loro Parque, ese escenario número uno mundial que bien merece por si solo la visita a Canarias… la comida típica de la gastronomía canaria del “viejo” y prestigioso restaurante “Los Gemelos”, los célebres calamares de “La Tasquita de Min”, uno de los cinco lugares de España  recomendado en prestigiosas revistas gastronómicas por la calidad de los mismos, … el ambiente turístico alrededor de su famosa Plaza del Charco rodeada de clásicas terrazas donde se pueden degustar desde la clásica cocina internacional, hasta las más sofisticadas “papas arrugadas con mojo” plato típico emblema de toda Canarias…

Un mundo paradisiaco, que el conocimiento puede valorar apoyado en serias experiencias mundiales, que van desde los casinos de Montecarlo, Burdeos o Estoril, hasta el Teatro Colón de Buenos Aires, el Solís, de Montevideo, o las playas de Copacabana e Ipanema, en Río de Janeiro, con su “garota” de fondo… Todo esto, como un complemento necesario para poder valorar debidamente, el placer de presenciar un partido de futbol en las pantallas gigantes del Gran Hotel Botánico, dentro de ese escenario portuense, o las clásicas reuniones con el Rotary Club de Puerto de la Cruz, o el grupo “Conejo Frito”, incluidas las partidas de dominó en el Garviana, que nos colocan en ese mundo real de un entorno social clásico de una sociedad que pasó del subdesarrollo al paraíso, aunque sus habitantes actuales desconozcan la trayectoria que se tuvo que recorrer para llegar a ello, o no entiendan bien ni valoren lo que tienen.

Una clásica calle peatonal del centro de Puerto de Cruz, es una muestra modélica del sabor típico que se respira en este pueblo marinero, hoy un paraíso para el turismo mundial que encuentra en él, sus más relevantes señas de identidad, junto a las modernas técnicas adaptadas a sus singulares características.

UN EPILOGO MAS QUE NECESARIO

Cerrar este capítulo nuevo de nuestro periplo portuense no es fácil. Los recuerdos se mezclan insistentemente con las sentidas vivencias actuales. Lo que aprendiéramos en aquellos cursos de la UIOOT, en los años sesenta del pasado siglo, desde Bruselas, o en Turín, lo hemos practicado toda la vida, en ese mundo de la enseñanza turística que ha sido y es, nuestra vida, donde, desde ese Saint Tropez, del Atlántico – como le calificaran los skalistas a Canarias, en 1963 – hemos logrado radicar para la historia mundial de la enseñanza turística, una ejemplar maestría, auspiciada por un convenio con la Universidad para La Paz, de las Naciones Unidas, impartida en la Villa de la Orotava, isla de Tenerife, con unos apoyos que ya han pasado a ser calificados como excepcionales, unidos a personajes – algunos de ellos tristemente fallecidos – que supieron valorar la importancia de su significado.

La Villa de la Orotava, está ahí, con sus ilustres mandos políticos al frente de este logro sin nada que pueda empañarlo, con su blasón modélico de desarrollo sostenible, vigilante como lo ha sido durante toda su historia de este Puerto de la Cruz – antes Puerto de la Orotava – donde nació el turismo en las Islas Canarias, ese de los 16.000.000 millones de turistas al año.

Hoy, cuando inspirarnos para escribir esta crónica, nos ha costado cuatro días de viaje desde Venezuela-la a Tenerife, es de justicia que comentemos estos pasajes recordando también aquellos históricos debates de los años cincuenta que se organizaban en las sobremesas celebradas en el clásico kiosco del Dinámico, en pleno centro de la Plaza del Charco, de ese Puerto de la Cruz de nuestros más hermosos recuerdos – los malos son “desperdicio” -  desde donde ya trabajábamos en su desarrollo turístico. 

Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo.

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