Antonio-Pedro Tejera Reyes
La conquista socio-económica del turismo, un
ejemplo vivo en la comunidad de las Islas Canarias. Una realidad indiscutible y
transcendental para su desarrollo.
Impresionante fotografía de Puerto de la Cruz, Tenerife, con el Volcán Teide al fondo y el Valle de la Orotava, lugar donde nació el turismo en las Islas Canarias, hoy de obligada visita para el turista que llega a la isla gracias al mundialmente famoso Loro Parque, y a su clima excepcional todo el año. Un modelo que necesariamente debe de estudiarse para entender el desarrollo del turismo y sus consecuencias.
ALGUNOS ANTECEDENTES
Está ya muy lejos el tiempo en que vivimos el
comenzar del fortalecimiento del turismo en Canarias, aquellas míticas islas
que los historiadores conocieran como el Jardín de las Hespérides las Islas
Afortunadas, los campos elíseos, etc. etc., suponemos relacionándolas con su
espectacular climatología, la belleza de sus paisajes y la bonhomía de sus
habitantes, antes de que los conquistadores españoles pusiesen los pies en
ellas.
El litoral portuense con sus muestras de “lavas marinas” emergentes, muestran una espectacular visión, desde el Mirador de la Punta del Viento, y en todo el recorrido del paseo peatonal de San Telmo, uno de los lugares más concurridos de la ciudad.
Historias y leyendas no faltan sobre estas
andanzas de las cuales no podemos olvidar que siempre han sido escritas y
divulgadas por los vencedores.
A todas estas, llegamos al Siglo XXI con el
inmenso espectáculo de un mundo cambiante - ahora casi al instante - donde la
actividad turística ha desbordado todas las previsiones – las desbordan cada
día que pasa – que hacíamos en nuestros cursos de enseñanzas turísticas en
América, allá por los años setenta del pasado siglo XX.
Es que, para los que hemos tenido la suerte de
vivir la transformación de esas Islas Afortunadas, como decimos, eran conocidas
en la antigüedad las Islas Canarias, esa grandiosa experiencia nos ha
proporcionado un conocimiento que se ha convertido en una auténtica necesidad
aportarlo al mundo como una verdadera lección, para que con este señalado
ejemplo acomode debidamente las exigencias de sus lugares, para conseguir ese
desarrollo sostenible que todo el mundo desea, basándose en los recursos que la
madre naturaleza les ha dado, y que sabemos tienen todos los rincones del
mundo.
Espléndida vista aérea del litoral de Puerto de la Cruz, con su histórico muellito, desde donde se exportaban los productos tradicionales de las islas a las Islas Británicas, hecho tradicional desde el que nació el turismo en las Islas Canarias.
“En algún lugar hay un turista para usted”, decía
ya hace más de cincuenta años la UIOOT, antecesora de la hoy Organización
Mundial del Turismo, que va más lejos todavía en esa aseveración – como no nos
cansamos de repetir – cuando dice: “El turismo es riqueza para la persona, para
la familia, para la comunidad, para el mundo entero”. Como decía el recordado
Manuel Fraga Iribarne, hay que instar, presionar, insistir…
Estamos ante la conquista social más importante
que ha conseguido la sociedad mundial. Que la aprovechemos para el desarrollo de
nuestra comunidad, es una responsabilidad de todos. Los empresarios, los
promotores con ideas claras y con capacidad y conocimientos para el desarrollo,
son los responsables capaces de aceptar este reto al cual la dirección política
tiene el deber de orientar y regular para que cumplan su función social con el
debido respeto.
Desayuno tradicional en el buffet del Hotel Marte, en Puerto de la Cruz, todo un atractivo turístico
El modelo de las Islas Canarias y su desarrollo,
llegando hoy a unos límites espectaculares, lo hemos considerado siempre como
un ejemplo digno de estudio, como bien hemos expuesto en múltiples ocasiones en
los más diversos lugares de esa América que tanto queremos, ante destacados
políticos y dirigentes mundiales del turismo, incluido algún representante del
Banco Mundial, a quien incluso interesamos en un ambicioso proyecto, que
desgraciadamente no llegó a desarrollarse en Canarias, debido a la falta del
apoyo político necesario, y a la escasa influencia que teníamos en ese sector.
Cosas del pasado que nada tienen que ver con lo
que comentamos en el presente, aunque si sirven para estimularnos a escribir el
preámbulo de estas líneas.
EL VIAJE AL PARAISO
Si, se trata de un viaje al paraíso. Para los que
hoy vivimos en esta atormentada Venezuela, volver a lo que son las Islas
Canarias hoy, es sin duda gozar de un lujo difícilmente soñado hace unos pocos
años, más todavía para quienes hemos gozado de ese desarrollo en las islas que
no parece pararse nunca, y que nos evoca el recuerdo de las penurias de las
pescadoras de La Ranilla – barrio marinero del Puerto de la Cruz – donde las mujeres
cargaban en sus cabezas las cestas del pescado capturado por sus
familiares, para ir a vendarlo a la
Villa de la Orotava donde habitaba la burguesía.
El haber vivido esa cambio de la sociedad, y
conocer cómo se desarrolló esa comunidad, estudiarla, y ver sus consecuencias,
tiene un valor añadido que nos obliga a respetar el paraíso en que hoy se ha
convertido Puerto de la Cruz, porque no estamos tratando de un lugar
cualquiera: Estamos tratando del núcleo costero de la Isla de Tenerife, donde
nació el turismo en Canarias, ese turismo que hoy trae a las islas la imponente
cifra de 16.000.000 de turistas al año, cifra desconocida en la inmensa mayoría
de los países de nuestra América, y a la que se ha llegado en las islas gracias
a una inspirada y laboriosa gestión empresarial, con sus claros y sus oscuros,
como todo en esta vida, pero con destacados actores a los cuales merecieran
rendírseles todos los honores habidos y por haber, sin entrar en más detalles.
Hoy, las Islas Canarias, y con ellas en su
cabecera, Puerto de la Cruz, son el paraíso soñado, no solo para los que un día
fueran sus emigrantes, sino para los millones que visitantes que, mejorando su
nivel de vida, pueden disfrutar de una climatología, unos servicios turísticos
y una esmerada atención personal, que no se encuentran en muchos lugares del
mundo.
Un rincón de La Tasquita de Min, uno de los lugares más famosos de España, por la preparación de los calamares, toda una institución en Puerto de la Cruz, con una situación excepcional. en la zona marinera de la ciudad.
El ver tomando el sol en las terrazas, en plena
calle, como en la propia Cafetería Mazaroco, a los grupos de turistas, mientras
disfrutan de la típica gastronomía de las islas, cuando en toda Europa la nieve
está llegando hasta las playas, es un espectáculo de un valor de alto alcance,
al igual que estar conscientes que en apenas dos horas podrán llegar hasta Las
Cañadas del Teide, y ponerse a juguetear con la nieve… Una estampa difícilmente
comprensible para quienes, por falta de conocimiento, los modelos comparativos
no les sirven para nada, pero que para quienes nos hemos impuesto en nuestro
camino rotario el deber de la enseñanza, nos estimula y nos apoya para seguir
el ejemplo que promueve el Papa Francisco, intentado cambiar la enseñanza para
generar un mundo mejor.
LAS CLAVES DEL PARAISO
Puerto de
la Cruz, es el paraíso del que ya trataríamos en la I Asamblea Turística de
Canarias, celebrada en la isla de La Palma, en los principios de los años
sesenta del pasado siglo, con la asistencia de los máximos dirigentes políticos
y empresariales de Canarias, y cuya asistencia fuera casi un debut para
nosotros, en este impresionante escenario del movimiento turístico en el
archipiélago.
Ese Puerto de la Cruz que hoy ve orgulloso como se
transforman y modernizan sus hoteles, como al caso del Hotel Marte, con sus
modestas tres estrellas, que hoy nos sorprende con su bien lograda nueva
entrada, y que en el pasado año nos sirviera para mostrar en esta deprimida
Venezuela, sus bien presentados desayunos, por poner un simple ejemplo.
Un pueblo marinero donde hasta un temporal en el
mar, se ha convertido en un espectáculo viendo a los turistas empleando sus
cámaras para captar las iluminadas olas que, rompiendo en el muelle de El
Penitente, alcanzan alturas que sobrepasan el edificio de las casas
consistoriales que se encuentra junto al mismo… o viéndoles pasear, desde el
mirador de La Punta del Viento, por el Paseo de San Telmo, admirando ese bello
escenario marino con sus restos de lavas volcánicas incrustados en ellas…
paseando dentro de sus limpios y relucientes supermercados – alguno abierto las
24 horas – abarrotados de los más clásicos productos canarios, nacionales e
internacionales… en largas colas para ir a visitar el Loro Parque, ese
escenario número uno mundial que bien merece por si solo la visita a Canarias…
la comida típica de la gastronomía canaria del “viejo” y prestigioso
restaurante “Los Gemelos”, los célebres calamares de “La Tasquita de Min”, uno
de los cinco lugares de España
recomendado en prestigiosas revistas gastronómicas por la calidad de los
mismos, … el ambiente turístico alrededor de su famosa Plaza del Charco rodeada
de clásicas terrazas donde se pueden degustar desde la clásica cocina
internacional, hasta las más sofisticadas “papas arrugadas con mojo” plato
típico emblema de toda Canarias…
Un mundo paradisiaco, que el conocimiento puede
valorar apoyado en serias experiencias mundiales, que van desde los casinos de
Montecarlo, Burdeos o Estoril, hasta el Teatro Colón de Buenos Aires, el Solís,
de Montevideo, o las playas de Copacabana e Ipanema, en Río de Janeiro, con su
“garota” de fondo… Todo esto, como un complemento necesario para poder valorar
debidamente, el placer de presenciar un partido de futbol en las pantallas
gigantes del Gran Hotel Botánico, dentro de ese escenario portuense, o las
clásicas reuniones con el Rotary Club de Puerto de la Cruz, o el grupo “Conejo
Frito”, incluidas las partidas de dominó en el Garviana, que nos colocan en ese
mundo real de un entorno social clásico de una sociedad que pasó del
subdesarrollo al paraíso, aunque sus habitantes actuales desconozcan la
trayectoria que se tuvo que recorrer para llegar a ello, o no entiendan bien ni
valoren lo que tienen.
Una clásica calle peatonal del centro de Puerto de Cruz, es una muestra modélica del sabor típico que se respira en este pueblo marinero, hoy un paraíso para el turismo mundial que encuentra en él, sus más relevantes señas de identidad, junto a las modernas técnicas adaptadas a sus singulares características.
UN EPILOGO MAS QUE NECESARIO
Cerrar este capítulo nuevo de nuestro periplo
portuense no es fácil. Los recuerdos se mezclan insistentemente con las
sentidas vivencias actuales. Lo que aprendiéramos en aquellos cursos de la
UIOOT, en los años sesenta del pasado siglo, desde Bruselas, o en Turín, lo
hemos practicado toda la vida, en ese mundo de la enseñanza turística que ha
sido y es, nuestra vida, donde, desde ese Saint Tropez, del Atlántico – como le
calificaran los skalistas a Canarias, en 1963 – hemos logrado radicar para la
historia mundial de la enseñanza turística, una ejemplar maestría, auspiciada
por un convenio con la Universidad para La Paz, de las Naciones Unidas,
impartida en la Villa de la Orotava, isla de Tenerife, con unos apoyos que ya
han pasado a ser calificados como excepcionales, unidos a personajes – algunos
de ellos tristemente fallecidos – que supieron valorar la importancia de su
significado.
La Villa de la Orotava, está ahí, con sus ilustres
mandos políticos al frente de este logro sin nada que pueda empañarlo, con su
blasón modélico de desarrollo sostenible, vigilante como lo ha sido durante
toda su historia de este Puerto de la Cruz – antes Puerto de la Orotava – donde
nació el turismo en las Islas Canarias, ese de los 16.000.000 millones de
turistas al año.
Hoy, cuando inspirarnos para escribir esta
crónica, nos ha costado cuatro días de viaje desde Venezuela-la a Tenerife, es
de justicia que comentemos estos pasajes recordando también aquellos históricos
debates de los años cincuenta que se organizaban en las sobremesas celebradas
en el clásico kiosco del Dinámico, en pleno centro de la Plaza del Charco, de
ese Puerto de la Cruz de nuestros más hermosos recuerdos – los malos son
“desperdicio” - desde donde ya trabajábamos
en su desarrollo turístico.
Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial
del Turismo.
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