Salvador García Llanos
Se cumplen hoy cincuenta y cinco años
de aquel célebre encuentro de fútbol que determinó el primer ascenso del C.D.
Puerto Cruz. Tan célebre que tiene hasta un libro, ‘Recuerdos de un partido
memorable C.D. Puerto Cruz-Juventud Silense (Temporada 1959-60),’ editado por
la Asociación de Vecinos La Peñita-Aqualia y escrito por Pedro Barreto,
Gregorio Dorta y José Manuel Martín. Y por si no bastara, hasta se repitió el 1
de agosto de 1982, con los supervivientes de aquella confrontación. Jesús
Hernández, desde la corona, alertado de la fecha, ha hurgado en las hemerotecas
y ha encontrado una de las principales referencias periodísticas del
acontecimiento, la crónica de Tinerfe en el matutino El Día.
Hablamos de un partido cuyo resultado
(2-0) fue decisivo para que el equipo local se proclamara campeón del Grupo
Norte de Segunda categoría regional y disputara posteriormente, con el Estrella
de La Laguna, le eliminatoria definitiva de ascenso. En la primera vuelta, en
Los Silos, ganaron los de casa (2-1). En la clasificación final, los dos
equipos igualaron a puntos (29), al cabo de dieciséis jornadas, por lo que el
campeonato se resolvió con la fórmula del ‘goal average’. Es verdad que los
números de Puerto Cruz eran mejores: marcó 79 goles, por 52 del Silense. Encajó
11 frente a los 13 que recibieron los de la isla baja.
Fue el domingo 28 de febrero de 1960.
Hay algunas citas de que era pleno Carnaval pero nadie recuerda ver máscaras o
disfraces en un campo abarrotado, con unos seis mil espectadores.
Remozaron con prisas El Peñón (apenas se distinguen y el risco y el templete en las fotografías, dada la cantidad de personas que buscaron cualquier acomodo) y hasta instalaron graderíos supletorios.
Casi todo el mundo de pie, desde luego. Debió lucir un sol abrasador: muchas gorras y pañuelos en la cabeza.
Remozaron con prisas El Peñón (apenas se distinguen y el risco y el templete en las fotografías, dada la cantidad de personas que buscaron cualquier acomodo) y hasta instalaron graderíos supletorios.
Casi todo el mundo de pie, desde luego. Debió lucir un sol abrasador: muchas gorras y pañuelos en la cabeza.
Las localidades costaron veinte
pesetas. Aunque algunos precisan que veinticinco. La recaudación se elevó a ochenta mil
pesetas, todo un récord de la época. El ardor de algunos aficionados les llevó
a mostrar desde las gradas billetes de cien y mil pesetas para premiar a los
jugadores. Nunca fue especificada la prima por ganar. En cambio, sí está
probado que Isidoro Luz Cárpenter, alcalde la ciudad, regaló sendos trajes a
los autores de los goles, Vicente y Del Pino.
Los jugadores y aficionados del
Silense, desplazados en varias guaguas, protestaron la actuación arbitral de
Antonio Calvo, auxiliado por Almenara y Valle. Anuló un gol a Jacinto, por
presunto fuera de juego, aún con la igualada inicial. Y ya avanzado el segundo
tiempo, expulsó al visitante Ninín.
Es curioso pero un simple titular
periodístico de vísperas del choque “calentó” el ambiente y no gustó a la
afición portuense: “La luz que va delante es la que alumbra”, declaró Vicente
Hernández Coronado, entrenador del Juventud Silense, en clara alusión a la
condición de líder con que su equipo se presentaba en la “cazuela” portuense.
Puerto Cruz ganó el ‘goal average’ y
sumó dos puntos -así se premiaban entonces los triunfos- en su camino hacia el
título que hubo de refrendar en la última jornada con un resonante triunfo
(7-2) sobre el Icodense. Del partido se siguió hablando durante mucho tiempo,
pese a que, según cuentan las crónicas y muchos testigos presenciales, no fue
de gran calidad. Y hasta resultó duro y bronco en el segundo tiempo.
El C.D. Puerto Cruz militaba en Segunda
categoría, donde había dos grupos, Santa Cruz-Laguna y Norte. El club portuense
compitió con Juventud Silense, Icodense, Gara, Buenavista, Vera, Rambla,
Imperial y Canteras. Orotava y Realejos ya andaban en Primera. Las bases de la
competición establecían que los primeros de cada grupo se enfrentaban en un
encuentro de ida y vuelta, de modo que el ganador era el que ascendía. El
equipo portuense jugó con el Estrella de La Laguna, al que ganó los dos partidos:
(0-1) en La Manzanilla y (2-1) en El Peñón.
Aquel Puerto Cruz-Silense de 1960
alimentó una seria rivalidad futbolística, salpicada años más tarde con algún
episodio extradeportivo de infausto recuerdo. Era imposible, cada vez que se
enfrentaban, dejar de recordarlo así como los lances del memorable partido en
el que intervinieron:
C.D. Puerto Cruz (2): Tito; Alberto,
Galindo, Elfidio; Berto, Arturo; Germán, Soriano, Pagés, del Pino y Vicente.
Juventud Silense (0): Manolo; Mederos,
Ninín, Mora; Lorenzo, Andrés; Manolito, Enrique, Juanito, Gilberto y Jacinto.
Vicente (31’) y Del Pino (79’) marcaron
los goles portuenses. Pedro González de Chaves y Rojas presidía el club cuyo
secretario factótum, Roberto Hernández Illada, fue vitoreado cuando se consumó
el ascenso. Ramón Mesa era el
entrenador de aquella memorable formación, bautizada e inmortalizada en los
versos de Vicente Yanes como “el pequeño Real Madrid”.
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