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martes, 13 de abril de 2021

VIOLACIÓN DEL ESTADO DE DERECHO

Lorenzo de Ara

“Pocas veces había sido tan necesario un periodismo de calidad, inmune al cinismo, inasequible a la demagogia, combativo con la ignorancia y comprometido con los hechos. Porque la verdad no es una opinión. Y porque en su fariseísmo y su frivolidad los agitadores mediáticos y políticos del 'show' de Rociíto no juegan con la reputación de un zascandil, sino con la libertad de todos.” Esto lo escribe Cayetana Álvarez de Toledo, diputada nacional del Partido Popular por Barcelona.

Pero con anterioridad, una de las mujeres más inteligentes de la política nacional, hoy despreciada en su propio partido y perseguida por unos medios de comunicación convertidos en tribunales supremos del aborregamiento de masas, también reflexiona sobre este caso en concreto, el que tiene como protagonista a la hija de Rocío Jurado, y apunta lo siguiente: “Quizá sea esto lo que nos distinga de Francia: aquí el ataque populista al demos se produce desde las propias instituciones del Estado. Por eso, además de una reflexión sobre la responsabilidad de las élites mediáticas, el caso Carrasco exige una lectura política. Otra frase que me trajo problemas: "¿De verdad van ustedes diciendo: 'Sí, sí, sí, hasta el final'?" En directo, la futura ministra de Igualdad me acusó de legitimar la violación. Dos años después, el Consejo General del Poder Judicial, por unanimidad -todas las ideologías, todos los géneros-, emitió contra su proyecto del solo sí es sí un dictamen devastador. Montero contestó: "Será Ley". Debió decir: "Seré Ley".

O sea, televisiones, periodistas y políticos convertidos en jueces. Y el espectador que ve la tele también es jurado, por supuestísimo. Basta con el like, basta con votar. El me gusta y el voto populachero y la sentencia se hará firme. ¡Es firme!

En Francia, es natural, las cosas no funcionan así.

Y no sorprende que mientras en Francia el estado de derecho está vigente y es infranqueable para los enemigos de la democracia, en nuestra patria, por ejemplo, asociaciones judiciales como la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), Asociación Francisco de Vitoria (AJFV) y Foro Judicial Independiente (FJI), con más de 2.500 jueces, envíen carta a la vicepresidenta de la Unión Europea para Valores y Transparencia y al comisario Europeo de Justicia. ¿Para qué? Yo también me hice la pregunta. La respuesta es sencilla. En la carta dan a conocer la "situación de riesgo claro de violación grave del Estado de Derecho en España".

"Nos dirigimos a la Comisión Europea para poner de manifiesto el riesgo a que se ve sometido el Estado de Derecho en España a causa de la deriva legislativa por reformas de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) en trámite. La primera reforma, ya en vigor, prevé un "apagón" del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), al dejarle sin funciones de designación de cargos judiciales en la situación actual y hasta que sean renovados sus componentes (vocales). La segunda reforma prevista implica una rebaja de las mayorías exigidas en las Cámaras Legislativas para la designación de los vocales judiciales, de manera que los partidos de Gobierno por sí solos puedan decidir la íntegra composición del CGPJ.” Así de contundente y con la claridad necesaria.

Pero aquí no termina la cosa. La fotografía es la imagen de la depauperación de un todo que nos afecta. A usted y a mí. ¡A todos! A Rociíto también. Aunque a ella menos, claro.

Las asociaciones arriba citadas tienen a bien  explicar lo siguiente. Presten mucha atención. "Está en juego la separación de poderes y la independencia judicial, que es el apoyo del Estado de Derecho, como garantía de respeto de los derechos humanos, inseparable de los valores de dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, que son fundamentos de nuestra Unión Europea; y como parte de nuestro patrimonio espiritual y moral de la Unión Europea, fundada sobre dichos valores indivisibles y basada en los principios de la democracia y del Estado de Derecho (Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea)".

Pongamos fin.

¿De verdad que una cadena de televisión tiene hoy la soberanía (la osadía, diríase) para dictar sentencia? ¿Son los periodistas, tertulianos y público en general, los venturosos portadores de la justicia y del fuego de Prometeo?

¿Las lágrimas de Rociíto son la prueba irrebatible de que el hombre, cualquier hombre, es en esencia y por nacimiento culpable?

A mí el ex guardia civil me la suda.

Concluyo con otro brillante argumento de Cayetana Álvarez de Toledo: “No sé si conmovidos por el testimonio de Rociíto los espectadores de Telecinco cambiaron de opinión ni me interesa. Lo relevante es que una cadena de televisión se erija en tribunal. Bueno, en tribunal. Eso exigiría guardar cierto respeto por los procedimientos y las garantías procesales, empezando por el principio de contradicción. Y aquí nadie se ha tomado el trabajo de examinar no ya la versión del presunto inocente sino la de los jueces: los hechos probados. Ni siquiera para refutarlos. "¡Que somos tertulianos, oiga, no peritos!" Se nota. Aquí lo único que ha valido, sobre todo en la primera acepción del verbo, son las lágrimas de la presunta víctima. El poder del corazón y el corazón al poder. Abajo los sesos. Aquí el principal condenado es el Estado de derecho. Es decir, usted y yo.”

Reflexiones sobre lo que está pasando en España. Sobre la calidad de la democracia y los peligros que la acechan.

El poder judicial contra las cuerdas y el periodismo al servicio de ideologías, convertido en un negocio capaz de enfangarse y ser una herramienta más del embrutecimiento colectivo.

Séneca, ciertamente, defendía a los pobres escribiendo sobre una mesa de plata (Raúl del Pozo lo recuerda). El periodismo está hoy a favor de la masa. Y ya sabemos que el bueno de Séneca creía que nada hay más inconsciente que la masa.

Reflexiones sobre los peligros que nos arrinconan.

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