Lorenzo de Ara
Hombre, por
favor, llegados a este punto seamos más respetuosos con el pobre Sánchez.
Estamos ante las últimas bocanadas de un ser político que se sabe herido de
muerte haga lo que haga. Se le nota en la mirada y sobre todo en la sonrisa de
personaje de cine mudo que regala a los fotógrafos. Lo que hace el moribundo es
intentar chupar cámara y escribir un par de páginas más en el libro que narra
los hechos del socialismo español. Su paso por la "alta" política ha
resultado ser calamitoso. El PSOE no encuentra recambio a Felipe González. A
este paso, ni Susana estará en condiciones de ocupar el sillón de mando de un
partido que con 84 diputados va lenta pero inexorablemente camino de
convencerse de que en estos tiempos mola ser malo, cual Podemos, pero menos,
naturalmente. No siento lástima por
ellos ni por las siglas. El no reiterado de Sánchez es el de un robot
antihumano. No tiene capacidad neuronal
para entender que la cosa va más allá del postureo, del partido y de los
militantes. Que no tiene nada que ver con izquierda y derecha. A él tal grado
de complejidad política le aturde. Marea y vomita el odio frentepopulista que
lleva en sus entrañas. ¿Y qué decir de Ciudadanos? Si Rajoy espera un desnudo
de Rivera, mejor que lo pida en Zarzuela.
Además, si en el
comité federal del PSOE aún existen dudas del rechazo que provoca el no de
Sánchez y el de sus lacayos, bastaría con leer el editorial de El País, que
bajo el título “Callejón sin salida” publica hoy miércoles 3 de Agosto el
rotativo de Juan Luis Cebrián, descamisado por antonomasia. Dice así: “Pero más chocante aún es la
actitud de Sánchez, empeñado en conducir a su propio partido y al país entero a
un callejón sin salida en el que ni deja gobernar al PP ni ofrece, al menos
explícitamente, una vía alternativa para cumplir con su deseo aparente de que
se forme un Gobierno cuanto antes.
Sánchez practica
un juego de verdades a medias o de simples falsedades para esconder su fracaso
electoral en dos ocasiones consecutivas y su manifiesta incapacidad para afrontar
este crítico momento. Por un lado, invita a lo que llama “las derechas” a
formar un Gobierno sobre una mayoría inexistente. ¿O es que pretende que el
Gobierno de España busque su estabilidad en un acuerdo con la pretendida
derecha catalana que acaba de respaldar la independencia unilateral y fuera de
la ley? ¿Es esa una recomendación sincera o tal vez una manera de justificar
que el propio Sánchez intente negociar con los independentistas en el caso de
que Rajoy fracase? ¿Y cuál es esa mayoría alternativa de cambio de la que
habla? ¿Quiénes son las izquierdas que él separa con tanta nitidez de las
derechas? Qué clase de juego arcaico es ese de dividir al país ideológicamente
en dos con semejante simpleza en un momento tan complejo, precisamente cuando
los electores acaban de decir que quieren pactar y superar la vieja política?
Esta estrategia
destila un aroma insoportable de tacticismo orgánico. Es imposible escuchar a
Sánchez sin deducir que está pensando únicamente en su cálculo personal para
sobrevivir como secretario general del PSOE. Y eso solo le puede conducir a
fracasar en ambas tareas: ni puede razonablemente intentar presidir un Gobierno
con 85 diputados y una suma disparatada de siglas, ni merece dirigir un partido
al que día a día condena a la irrelevancia.
Sánchez
argumenta que el PSOE es la alternativa a Rajoy, por lo que sería absurdo que
le facilitase su continuidad. Pero la cuestión previa es si cabe cualquier
posibilidad de desbloqueo que no pase por permitir la investidura mediante la
abstención.
Se ha dicho que
abstenerse sería un suicidio para el PSOE, pero según Metroscopia, el 63% de
los votantes socialistas dicen que, si fuera la única alternativa para evitar
elecciones, estarían de acuerdo “a cambio de una serie de reformas pactadas”.Y
se ha sugerido que Sánchez no ha descartado del todo volver a encabezar una
alternativa con Podemos y los nacionalistas: para sumar los escaños necesarios
habría que contar con al menos los 17 votos de ERC y la ex CDC, y en ese caso
los socialistas (85 escaños) estarían en minoría frente a la combinación de
populistas e independentistas (88). Eso sí que sería un suicidio.”
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