ROBERT STEPHENSON Y TENERIFE
Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL

A lo largo de su trayectoria y por diversas circunstancias,
Tenerife ha sido el escenario de la presencia de toda una serie de
personalidades ilustres en diversos ámbitos. Una larga nómina en la que
podríamos situar el nombre de Robert Stephenson, cuya labor fue esencial
durante el periodo de la Revolución Industrial. Un momento fundamental de
nuestra historia que se inició en Inglaterra durante el siglo XVIII. La
aparición de máquinas junto a otros instrumentos de diversa utilidad fueron
claves para esa transformación, además de la aplicación de la máquina de vapor
en los transportes, hecho que acabaría derivando en la construcción de
ferrocarriles como elemento más emblemático. A esos factores se unieron toda
una serie de cambios en la agricultura y el crecimiento demográfico como uno de
los fenómenos más representativos asociados a las mejoras en las condiciones de
vida.
¿Por qué llegó Robert Stephenson a Tenerife en el siglo XIX?
¿Cuál era la finalidad de su viaje? Fue hijo del célebre ingeniero británico
George Stephenson (1781-1848), constructor de la locomotora a vapor y artífice
de un hecho que consolidaría su fama a través de la primera línea de
ferrocarril entre Liverpool y Manchester. George Stephenson contrajo matrimonio
con Frances Henderson y tuvo dos hijos: Robert y Frances que falleció
prematuramente. El joven Robert siguió los pasos de su padre, recibiendo una
esmerada educación. Inició sus primeros trabajos colaborando en diversos
proyectos para la creación de locomotoras. Un desarrollo que poco a poco fue
derivando en la consolidación de nuevas y mejores maquinarias. Tras obtener el
puesto de ingeniero jefe, lograría desarrollar una labor crucial en tal aporte.
Construyó el ferrocarril de Alejandría a El Cairo entre 1851-1853
desarrollando, asimismo, un importante papel en la materialización de diversos
puentes.
Además de dirigir la empresa familiar, se dedicó al trazado
ferroviario en diversos países europeos así como a la consolidación del trazado
de puentes y otras infraestructuras de gran utilidad. Fue un gran viajero y
dentro de esa inquietud por los viajes probablemente llegó hasta nuestro
archipiélago.
El cronista José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883), en su
gran obra Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava, 1701-1872, nos muestra que Robert Stephenson estuvo en
El Puerto de la Cruz durante los últimos días del mes de noviembre de 1855,
pocos años de su muerte ocurrida en 1859 a la temprana edad de 55 años. En su
visita al lugar, pasaría a observar los trabajos que se estaban desarrollando
en relación a la canalización de las aguas, mostrando su interés y opinión por
los proyectos en ejecución. Los empresarios locales, según anota Álvarez Rixo,
consideraron oportuna las recomendaciones y acataron el dictamen de una persona
de tanta categoría en la materia.
En definitiva, la presencia de Stephenson en nuestro
archipiélago se une a la larga lista de personalidades que tuvieron en nuestra
isla un espacio objeto de su atención y cuyos testimonios representan aportes
esenciales dentro de nuestra larga trayectoria histórica.
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