Salvador
García Llanos
Decididamente,
no tiene suerte la nueva sede de la biblioteca municipal ‘Tomás de Iriarte’, en
el Puerto de la Cruz. A las dificultades amontonadas desde que la obra terminó
de ejecutarse y que han incidido en la demora para la apertura, se suma ahora
un accidente interior en las conducciones de agua ocurrido hace pocas fechas.
La rotura provocó inundaciones. Una primera evaluación de daños transmitida por
la concejala-delegada, Verónica Rodríguez, señala que, por fortuna, no han
repercutido en la estructura del edificio pero sí se ha visto seriamente
afectado parte del mobiliario que ya había sido instalado, junto a anaqueles,
suplementos y cajas de libros, en el proceso de puesta a punto.
Una lástima,
de verdad. Todo lucía tan flamante el día que la visitamos que no podemos por
menos que entristecer ante las circunstancias sobrevenidas que obligarán a un
gasto extra para afrontar las reparaciones correspondientes y a una nueva
demora en la apertura. Una fatalidad, ciertamente.
De ahí que se
comprenda la desazón de la concejala, que ha luchado y lucha contra muchas
adversidades en este mandato. Lo bueno de Verónica es que se repone. Cuando
mostró las dependencias del edificio que hace esquina entre Pérez y Zamora y
Puerto Viejo (antiguos juzgados) tenía todo el entusiasmo de quien sabe que va
a estrenar algo que ha significado un gran esfuerzo y todo el temple de quien
es consciente de que habrá de seguir timoneando para que luego la biblioteca
preste los servicios que se espera, entre ellos, por cierto, el de sala de
estudios, tan necesaria para alumnos, licenciados e investigadores que han de
acudir a otras localidades para llevar a cabo las tareas que les son exigidas o
encomendadas.
La sala aparecía
espléndida, luminosa y espaciosa. Como el área reservada a niños en la primera
planta. Como las estancias dedicadas a actos y reuniones. El edificio y su
interior tienen un aire de austera modernidad. Tiene, en definitiva, todos los
elementos para disfrutar de su uso.
Un reventón de
tuberías interiores ha supuesto el enésimo contratiempo. Un inoportuno
accidente. Los usuarios tendrán que esperar, ojalá que no mucho. Manos a la
reparación y manos para la entrada en funcionamiento. La ciudad necesita esa biblioteca
cuanto antes.
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